Los desarrolladores del servicio Alice quieren que cada usuario se vuelva más inteligente, amplíe su perspectiva y aprenda nuevas habilidades con la ayuda de la inteligencia artificial. Su idea es que la plataforma educativa Alice se adapte a las características individuales de cada estudiante, como el tiempo de asimilación de la información, la experiencia previa, el estilo de aprendizaje cómodo, entre otros. Por eso, el aprendizaje automático con retroalimentación en tiempo real ayudará a los usuarios a estudiar de manera más eficaz, evitando al mismo tiempo el estrés académico.
Al usar Alice, los usuarios cargan en el servicio sus materiales de estudio, por ejemplo, conferencias, presentaciones y ejercicios prácticos. La inteligencia artificial integrada en la plataforma transforma estos materiales por sí sola y, a partir de ellos, crea guías personalizadas, pruebas interactivas y otras tareas adecuadas para cada estudiante en particular. Además, Alice cuenta con una función que permite a los estudiantes compartir recursos con amigos y seguir el progreso juntos, similar a la aplicación Duolingo.
El director general y cofundador de Alice, Kim Rantz, está convencido de que hoy en día los estudiantes necesitan mucho más que solo libros de texto. Alice representa un asistente completo, un tutor, un mentor al que se puede acudir en busca de consejo. Este modelo educativo fue desarrollado por Rantz, profesor de la Copenhagen Business School, junto con el experto en IA y graduado de Oxford, Patrick Gadd.
Desde su lanzamiento en 2024, Alice ya se utiliza en otros diez países y el número de usuarios en la plataforma ha aumentado un 650 % en cuatro meses. La startup ha recibido apoyo de políticos daneses. El exministro de Educación Superior y Ciencia, Tommy Ahlers, está convencido de que Alice es la personificación de un enfoque europeo único para el uso ético de la IA. Entre los inversores privados de Alice se encuentra, por ejemplo, la firma de capital riesgo Cherry Ventures.