Regalos. Un árbol de Navidad adornado. La familia, los preparativos, las celebraciones. Esperabas la Nochevieja y los días libres con una impaciencia casi infantil... pero todo ha llegado a su fin.
Se acabó la magia, la ilusión de un milagro, porque es hora de volver al trabajo. En definitiva, el regreso a la rutina laboral, a las mismas tareas y a los viajes en metro en plena hora punta. No es de extrañar que la mayoría de nosotros pasemos cada vez por las siete etapas de aceptación de lo inevitable, empezando por la negación y terminando por la depresión (¡y algunos ni llegan a esa aceptación!). ¿Por qué ocurre esto y qué puedes hacer para que las vacaciones no te pasen factura y la vuelta al trabajo te resulte fácil y natural? ¡Te lo contamos en este artículo! Y por cierto, Feliz Año Nuevo ;)
Por qué es tan difícil volver al trabajo después de las vacaciones
Las causas de todo se dividen siempre en biológicas y no biológicas. Y sí, es posible que el hecho de que estás tan estresado después de que terminen las fiestas (o vacaciones y fines de semana normales) es realmente culpa de tu cuerpo, es decir, los fallos en la producción de dopamina o serotonina, que son responsables de la alegría y la satisfacción de las acciones completadas. Puedes aprender más sobre el aspecto hormonal de nuestras emociones en el curso «Gestión del estrés. 40 técnicas para cambiar tu vida», donde, entre otras cosas, aprenderás a evitar el sobreesfuerzo, a aumentar la confianza en ti mismo y, por supuesto, a combatir el estrés. Los fallos en el sistema nervioso durante las vacaciones se producen por:
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El alcohol
El problema del alcohol no es solo el esfuerzo que implica para el corazón y otros órganos al descomponerse en toxinas, sino también el hecho de que estimula la liberación de dopamina mientras deteriora el sistema natural de producción de esta. Es decir, el cerebro se acostumbra a obtener dopamina a través del alcohol y reduce su propia producción (esta es la razón por la que se desarrolla el alcoholismo, el cual, a su vez, puede conducir a la depresión o estar estrechamente relacionado con ella). Aunque no consumas grandes cantidades de alcohol con frecuencia, alteras el funcionamiento de la dopamina y la serotonina, agotando las reservas de tu sistema nervioso. Por esta razón, es posible que experimentes ansiedad, apatía y cambios de humor después de un fin de semana de diversión.
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Comer en exceso
Comer en exceso, especialmente grasas pesadas como la mayonesa, la margarina, la mantequilla, que requieren mucho tiempo y energía para ser procesadas (por eso nos volvemos somnolientos y apagados si comemos demasiado), tiene un efecto similar en el organismo. Además, comer alimentos sabrosos también contribuye a la producción de dopamina, pero si ya estamos satisfechos con la vida, resulta que recibimos una dosis doble de dopamina, superior a la que necesita el sistema nervioso. Y ver unos kilos demás en la báscula cuando nos pesamos después de las vacaciones no nos hace más felices.
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Alteración del ciclo sueño-vigilia
Estarás de acuerdo que todo el mundo se acuesta en la madrugada en Nochebuena y Nochevieja: vemos películas hasta tarde todos los días festivos, nos levantamos tarde e incluso podemos permitirnos echar una siestita por la tarde. Lo que pasa es que el metabolismo de nuestro cuerpo está estrechamente ligado al ciclo solar, y un fallo del reloj biológico altera el ritmo de producción hormonal. Por ejemplo, una disminución del nivel de melatonina, que debería producirse al conciliar el sueño y cuya deficiencia provoca insomnio.
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Falta de horas de luz
La reducción de días soleados en invierno también contribuye a lo anterior, mientras que en vacaciones muchas personas no salen a la calle y duermen tanto que se despiertan cuando ya es de noche fuera. La falta de sol conduce a una falta de vitamina D, que es la que garantiza la estabilidad de nuestro sistema nervioso.
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Sobreexcitación nerviosa
En las fiestas navideñas siempre hay preparativos, reuniones y diversión. Reímos a carcajadas, patinamos, bailamos con los amigos, hablamos toda la noche, a veces nos peleamos y gritamos por qué juguete poner en el árbol de Navidad... Todo esto provoca estallidos de emociones, que a su vez también agotan el sistema nervioso si duran mucho o son demasiado intensos.
Todos estos factores nos afectan mucho más si ya teníamos estrés o depresión debido a nuestra personalidad o antecedentes. Por ejemplo, diciembre fue un periodo difícil en tu vida o padeces un trastorno de ansiedad generalizada, y durante las vacaciones bebiste alcohol, comiste demasiado, no te acostaste hasta la madrugada, etc. En tal caso, es mucho más probable que aumente la ansiedad tras la vuelta al trabajo y que empeore.
Sin embargo, las causas del estrés grave una vez pasadas las fiestas también pueden ser no biológicas, y que dan mucho más que pensar:
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Expectativas no cumplidas (demasiado altas) de las vacaciones
«He malgastado mis vacaciones y no he hecho nada útil» o "No he descansado nada, he desaprovechado los días libres". ¿Te suena familiar? Lo más importante en este caso es recordar que solemos llegar a las vacaciones emocionalmente agotados tras duras jornadas de trabajo, por lo que es importante rebajar las expectativas y exigencias sobre nosotros mismos. Además, no hay criterios para juzgar la calidad de unas vacaciones, del mismo modo que no tienes un indicador de carga en tu frente.
En otras palabras, es imposible descansar al 100%, pero puedes elegir actividades que revitalicen tus recursos internos. A veces se trata literalmente de «no hacer nada»: tumbarse y quedarse pegado al teléfono. Si llevas un tiempo trabajando duro, puede que tu sistema nervioso necesite exactamente esto. Simplemente planifica un formato diferente de descanso para el próximo fin de semana o incorporarlo a tus días habituales, por ejemplo, pintar, ir al gimnasio y todas las cosas que no hiciste en las vacaciones y por las que te criticas.
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Un trabajo que no te gusta
En este caso las cosas son un poco más complicadas. Si no son las primeras vacaciones y fin de semana después de los cuales no quieres volver en absoluto al trabajo, y este estrés es tan fuerte que dura más de una semana, se convierte en motivo de enfados y afecta a tu salud física (insomnio, tensión arterial, problemas gastrointestinales, etc.), entonces es un motivo para reconsiderar tu campo de actividad y tu actual lugar de trabajo. Puede que en realidad no se trate de las vacaciones, sino del trabajo en sí, y que un fin de semana largo y divertido no haga más que acentuar tu necesidad de cambio y recordarte que ha llegado el momento de tomar una decisión importante.
¡Ojo! No saques conclusiones precipitadas. Date un par de semanas después de las vacaciones y evalúa de nuevo tu actitud hacia tu trabajo actual, para no confundir el estrés con el agotamiento profesional. Y mientras tanto, puedes probar el curso «Estilo de vida alternativo», así seguro que no te arrepentirás de nada.
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Cansancio acumulado
También puede pasar que el trabajo te gusta, no has bebido alcohol ni te has empachado, y en general has tenido unas fiestas tranquilas, pero a pesar de eso te sientes deprimido al volver al trabajo y sólo puedes pensar en cuándo llegará el próximo fin de semana. De nuevo, evalúa tu rutina previa a las fiestas: ¿has trabajado mucho? ¿Has pasado por acontecimientos estresantes o traumáticos? ¿En qué estado de ánimo inicial «entraste» en las fiestas? A veces, tres, siete o incluso diez días no son suficientes para recuperarse. En ese caso, planifica unas vacaciones pronto y, por supuesto, prueba las cinco formas de recuperarte que vamos a describir a continuación.
5 formas de recuperarse rápidamente después de las festividades
Entonces, ¿qué puedes hacer para combatir el estrés después de las fiestas y volver a la normalidad lo antes posible? En primer lugar, aborda cuanto antes las causas que has identificado en la lista anterior. Y en segundo lugar, haz lo siguiente:
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Empieza a prepararte para volver a trabajar de antemano
Esto no significa que tengas que volver a acostumbrarte a levantarte a las 7 de la mañana antes de lo que realmente necesites, pero no deberías reorganizar tus horarios en un solo día: es un estrés innecesario para todo el cuerpo. Si te has acostumbrado a acostarte a las 2 de la madrugada durante las vacaciones, adelanta la hora de acostarte una hora 2 o 3 días antes de irte a trabajar, y haz lo mismo con la hora de levantarte. Recupera también los hábitos que sigues en días normales, como salir a pasear, ir al gimnasio, etc. No todo a la vez, por supuesto. Y asegúrate de hacerlo al menos unos días antes de reincorporarte por completo al trabajo. De este modo, la vuelta será mucho más suave y llevadera.
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Convierte tu primer día de trabajo en un día especial
Cuando los preparativos de las vacaciones son sustituidos bruscamente por la rutina, la motivación para hacer cualquier cosa disminuye inmediatamente y bajan el rendimiento y el estado de ánimo. Prolonga la sensación de vacaciones y rodéate de cuidados adicionales en los primeros días después del fin de semana. Arréglate el pelo el lunes, ponte el mismo vestido que llevaste en Nochevieja, maquíllate, perfúmate, ve a tu panadería favorita de camino al trabajo, pide comida a domicilio por la noche como sueles hacer los viernes u organiza una reunión en el trabajo para tomar el café.
No eres la única persona de la oficina que echa de menos las fiestas y está estresada porque hayan terminado. Comparte estas emociones con un compañero y pregunta cómo celebraron la Nochevieja los demás y, al mismo tiempo, si a tus colegas les gustaría volver a celebrarla el próximo fin de semana y ¡salir a algún sitio!
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Muévete y aumenta tu actividad física
El primer día de trabajo nos da pereza y queremos meternos en un taxi para evitar el transporte público, pero prueba a hacer lo contrario: ¡camina hasta tu lugar de trabajo! Bájate una parada antes y camina hasta la que necesitas. Es una excusa para entrar en nuevas cafeterías y tiendas por el camino, explorar la zona y despertarte sin ayuda del café (sobre todo si hace un frío que pela). Ir y volver caminando del trabajo también puede ser una alternativa a tu rutina de ejercicio durante un tiempo, si aún no estás preparado para retomarla y te resulta física o emocionalmente difícil hacerlo.
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Empieza a trabajar gradualmente
Nadie espera que hagas grandes cosas y cierres tratos en los primeros días después de las vacaciones. Sé comprensivo contigo mismo y perdónate por tu falta de entusiasmo y energía (de nuevo, seguro que no eres el único). Sé constante en tus tareas y no olvides «precalentarte». Empieza por escribir una lista de tus tareas pendientes, dividiéndolas en «importantes y urgentes», «urgentes y sin importancia», «importantes y sin urgencia» y «sin urgencia y sin importancia», utilizando la matriz de Eisenhower. A continuación, empieza a hacer las cosas de la primera categoría, luego las de la segunda, después de la tercera y deja las de la cuarta para más tarde o delega. Además, no te agobies con demasiadas cosas que hacer en un día: importantes y urgentes no deberían ser más de 3, o incluso 2 para empezar. Acepta el hecho de que tu eficiencia después de las vacaciones será notablemente menor que antes, y no harás todo lo planeado a la vez: es absolutamente natural, todo volverá a la normalidad al cabo de una semana.
¡Ojo! Después de las vacaciones, a menudo conseguimos ver las viejas tareas de una manera nueva y resolver problemas que parecían irresolubles antes. Esto se debe a que nuestro cerebro es capaz de procesar las tareas en modo pasivo durante el descanso. Por eso, después de las vacaciones las respuestas suelen venir solas a la mente. Y si eso no ocurre, Lectera tiene el curso «Cómo desarrollar el pensamiento creativo: técnicas eficaces de generación de ideas» en el que podrás encontrar la respuesta adecuada junto con expertos internacionales.
- Planifica el próximo fin de semana
Se nos da tan fácil el trabajo antes de las Navidades porque esperamos algo con ilusión: comida rica, dormir mucho, ambiente festivo. Cuando las fiestas se acaban, no hay nada que esperar. Pero eso lo puedes arreglar tú solo. Sólo tienes que comprar una entrada para un musical el próximo fin de semana o quedar con tus seres queridos para ir a la pista de patinaje, reunirse para una cena, ir a un parque acuático o a un oceanario. En definitiva, date un motivo para ilusionarte con algo. Para ello, consulta los eventos de tu ciudad: no sólo conciertos, sino también talleres, estrenos de cine, una salida al circo o de compras, un encuentro con un viejo amigo al que hace cinco años que no ves, y cualquier cosa que te haga sentir animado.
El fin de las fiestas y las vacaciones no es el fin del mundo, ¡sino un nuevo comienzo! Al fin y al cabo, aunque no te sientas totalmente descansado, este tiempo libre te ha venido bien de una forma u otra, y más adelante habrá nuevas vacaciones y motivos para alegrarte. ¡Al fin y al cabo, Navidad y Nochevieja son fiestas anuales, no puntuales, y aún tienes algo que esperar y por lo que ilusionarte!